jueves, 6 de noviembre de 2014

Papalotes Mortales en el SXVIII.


  ¿Quién de Niño no se divirtió con un Papalote...?

 

  Caídas, Golpes y Accidentes.



En 1797, varios muchachos murieron mientras volaban papalotes. Se subían a las azoteas de sus casas y vecindades y al estarse divirtiendo con el movimiento de los cometas, se tropezaban  y se precipitaban hacia la calle, perdiendo la vida.

El Virrey  Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte (marqués de Branciforte) (1794-1798) “con demasiado sentimiento mío” se consternó por estas “funestas desgracias”, “dolorosos sucesos” y “tragedias” que significaban la perdida de unas personas “qué podrían ser útiles al estado y el triste dolor de sus familias privadas de sus esperanzas”.

Preocupado por las consecuencias nefastas para la sociedad y para los padres de los niños, el gobernante prohibió “absolutamente la diversión de volar papalotes en las azoteas”, para así lograr “la conservación de los leales vasallos del rey”.

Para conservar la vida de los niños, el virrey y su antecesor en 1774, y sus sucesores en 1800, 1802, 1814, 1816 decretaron  (siempre en el mes de noviembre que era la temporada de los cometas) la prohibición de este “juego pueril” que se había convertido en “una diversión frívola como arriesgada” y “un entretenimiento pernicioso”. Los bandos del gobierno contemplaban multas o prisión a los padres  que permitieran  a los “niños y gente ociosa” volar papalotes en “azoteas, balcones, y albarrados”.

 Más aun, vetaban en 1802 volarlos no sólo desde las casas sino “en las plazas y calles de esta capital por el peligro a que se exponen los niños y jóvenes de ser atropellados por los coches y caballos que transitan por ellas”; sólo podían volarlos “fuera del poblado”.

Para fines del siglo XVIII se combinaron bajo la letra “C”  muchos elementos que amenazaban a los “Chicos”: Calles, Caballos, Coches, Carruajes, Combates Callejeros de jóvenes  que peleaban con piedras en las calles, Cometas y Caídas.

Posiblemente cuando los desolados padres sepultaban a sus hijos muertos pro volar papalotes, enterraban  con ellos el cometa, porque era costumbre colocar, junto al cadáver  de un niño un juguete que había usado.

Los sacerdotes indicaban  que las familias creían  que los muertos iban a “trabajar a la otra vida y cargan a los difuntos con los instrumentos para el trabajo y a los niños con juguetes”

Algunos de estos juguetes comunes para los niños eran cerbatanas, papalotes, trompos, pelotas, reatas, columpios, espadas de madera, cuernos para imitar la faena taurina, muñecas de trapo, de zacate o de madera, matracas y aros para hacer burbujas de jabón. A veces la pintura aplicada a los juguetes era “dañosa para la salud”
 
Para leer más sobre el tema:  GÓNZALBO AIZPURU, Pilar. Historia de la Vida Cotidiana en México. III El Colegio de México. 2005. En: Muerte Precoz. Los Niños en el Siglo XVIII.   TANCK DE ESTRADA, Dorothy. Pág. 223

 
San Ignacio de Loyola enseñando a un grupo de niños. (Nótese la presencia de niñas también.) Los jesuitas se asociaban estrechamente con la enseñanza tradicional en las Américas, donde dirigían algunas de las instituciones educativas más importantes.
Este cuadro de la segunda mitad del siglo es claramente de antes de la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles en 1767. (La orden ya se había suprimido en Portugal en 1758 y en Francia en 1764.) A pesar de la asociación entre los jesuitas y la tradicional enseñanza católica, los niños de este cuadro visten la moda que en otro contexto se asociaría con los ilustrados del XVIII.
 
 

 

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